Es esa voz tan tímida que tiene
Y esas palabras tan trabadas para hablar,
Yo se que en el corazón siempre me tienen
Y eso es mi padre sin dudar.
Yo cuando estaba muy pequeño
El muchas cosas me ha enseñado,
Y sólo algunas las puedo recordar,
Las que he olvidado, el todo me lo ha contado.
Cuando estaba a su lado siempre me decía,
Ayúdame hijo a trabajar,
Y yo en la juventud, y con la mente corrompida
No lo hacia caso, y el se empezaba a preocupar.
Y el me dijo:
Yo en tu niñez muchas cosas te he dado,
Y ahora me tienes que ayudar,
Porque soy el padre que te ha criado
Porque hijo mío me haces tanto sufrir.
Como recuerdo aquella mañana,
Cuando el se iba a trabajar,
Ya no se atrevía a decirme vamos
Porque sabía que le empezaba a responder,
Y a decirle que no.
Pero esa mañana, me dijo hijo vamos que me ayudes
Aunque unas cuantas horas y nada más,
Y yo como no quería nada
Le contestaba diciéndole que no.
Pero no me daba cuenta,
De las cosas que falta en la casa por poner,
Irónicamente más le contestaba,
Sin darme cuenta de lo que estoy haciendo y diciendo.
Él no tuvo más que hacer
Que callarse y entristecerse,
Y luego verlo tan agobiado
Con la cabeza agachada, pensativo, verlo llorar,
Y con esas manos trabajadoras sus lágrimas verlo limpiar.
Y yo con el corazón adolorido
Reaccione como nunca,
Me entro la confianza que siempre debía haber
Y fuertemente le empecé a abrazar.
Con esa desconfianza para hablarme me dijo:
Tu no sabes hijo mío, lo que falta en un hogar,
Hay que preocuparse por los hijos,
Y yo en mis tiempos eso no he sabido pensar,
Ahora tu que eres el mayor, para seguir adelante,
Ayúdame hijo a trabajar.
Poema dedicado a mi padre en una escena vivida por los dos.
José yover Fernández Guevara.